Hay un pequeño problema con las últimas tres generaciones que viven hoy en día, y lo más probable es que sea un asunto que también le caiga a las siguientes tres. Las comodidades de hoy en día nos han hecho olvidar un poquito lo duro que era vivir antes.
No te preocupes, no soy de esos pseudo-hippies que no saben de lo que hablan, tampoco soy el gilipollas que se queja de la tecnología con una computadora, internet y un celular en una videoconferencia. A lo que me refiero es que a nosotros nunca nos tocó los tiempos en que no estaban estas facilidades, y por eso a lo mejor no tenemos una idea del inmenso valor de lo que disfrutamos y se nos hace tan natural.
A lo que va toda esta introducción es que antes ir "contra la marea" o "contra la mayoría" (o en ciertos casos contra lo aceptado y vigente) era prácticamente motivo de persecución u opresión. No cualquiera opinaba sin riesgo de ser víctima de mofas, en el más amable de los casos.
Hoy, aunque tal vez no lo hayas notado, la barrita de tolerancia por donde jugamos al bacán en lugar de bajar, subió. Sin embargo, y porque la historia predice que estos molestos petulantes aparecen puntualmente como relojito, algún líder tinterillo aparecerá para regresarnos a esas épocas de los medievales.
Cuando vas a dar tu opinión (que en todo momento, así sea la estupidez más gigantesca, o el acierto más brillante, pero es tuyo al fin y al cabo) debes ser consciente que estás sometido a lo siguiente:
-Puedes ser criticado (Hola señor Presidente :D)
-Puedes estar sujeto a debate.
-Los demás tienen derecho a escucharte si quieren, o sino no.
Creo que los puntos ahí arriba mencionados encierran esa cremoso y azucarado concepto de libertad y democracia, y sí, existen te guste o no.
¿Sabías que hay gente que cree que yo no sé que a muchas personas no les agrado yo o mis opiniones? SORPRESA: Si sé que existen y que andan por ahí a cada rato esperando a ver qué otra cosa sale de mi cabeza.
Bien, siento que he escrito lo que quería que quedara claro antes de honrar al título de éste artículo que he preparado, porque es justamente en base a eso que procederé a desarrollar mis puntos.
El otro día con motivo de un excelente y bien preparado reportaje de televisión me preguntaron qué pensaba yo ante el problema de inmigrantes indocumentados, específicamente con el polémico caso de la Ley Arizona, promulgada por la gobernadora del mismo estado Jan Brewer.
Evitaría en todo lo posible que mi suegra fuera Jan Brewer. |
Que me parece discriminatoria: SI. Que me parece que viola los derechos más elementales: SI. Pero detente un momento a pensar, y ahora yo te hago la pregunta desde aquí ¿Que tu opinas de esta situación? ¿Tienes algún familiar ilegal o indocumentado allá en gringolandia? Dime tu opinión.
Pero al darme tu opinión, deseo que también te hagas un examen de conciencia, porque corres el riesgo de que al final si tienes un poco de sentido de la vergüenza te tragues tus palabras, ya que es posible que no seas la persona adecuada para estar a favor o en contra de los estadounidenses o de los inmigrantes.
Te lo digo porque hoy puedes decir que no te parece justo que allá en Arizona metan preso a un latino por el simple hecho de no tener sus documentos, pero ¿A ti te caen bien los colombianos o peruanos que están aquí en Ecuador? ¿Cuando escuchas de chulqueros o de sicariato, qué clase de personas son las primeras que se te vienen a la cabeza? ¿Te enoja que un cubano sea el novio de tu hermana/tu hija o se haya ganado el puesto de trabajo que ansiabas? ¿Importa que Paloma Fiuza sea brasileña?
Porque sé de muy buena fuente que la comunidad latina donde sea que esté presente es gente trabajadora, de buena fé, pero tampoco nos hagamos los locos con que existen esas manzanas podridas, esos mandriles mierderos que la cagan con su existencia, me refiero a los que llegan a robar. A nadie le interesa si lo hace por necesidad o por amor a la delincuencia, un delito es un delito aqui y donde sea.
Si, como en el colegio, como en la escuela, por uno pagan todos, es una ley que jode, y que por naturaleza al humano le da pereza corregir.
Estoy seguro desde ya que no faltará el bobo que no lea a profundidad todo lo que escribo en éste artículo y me venga con el chiste de que soy racista o imperialista o qué se yo... total, cuando un hombre se guía por su período menstrual y no por su comprensión lectora me escriben de todo, pero por mucho que me vengan a debatir hay algo tan obvio que así se pare de cabeza el Papa no va a cambiar: Un indocumentado es alguien que no está legalmente allí, un ilegal es alguien que no cumple con las leyes establecidas en ese lugar. En tu casa puedes hacer lo que quieras, aquí no. ¿Vas a trabajar en Estados Unidos? ¿Así de fácil? Chévere, buena suerte, solo te digo que hagas fila como todos, a lo legal, porque te comento que no es tu país.
Lo que me lleva al siguiente cuestionamiento ¿Por qué Estados Unidos tiene que ser la niñera de los hijos del tercermundismo? ¿Por qué los presidentes de países con presencia inmigrante tildan de crueles e inhumanos a los Estados Unidos cuando no sólo es culpa de ellos mismos el lamentable estado en que tienen a su pueblo sino que son tan cínicos en crear sistemas financieros para que uno aqui "alze las patas y espere fin de mes que la María allá en la Jhonny nos manda la plata"?
Por eso, repito, antes de ponerte a favor de una ley migratoria o de una comunidad latina (que repito, por si acaso, son seres humanos de bien), primero ponte en el lugar de alguno de ellos para entender por qué hacen lo que hacen. Si el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama no encuentra una fácil decisión, mucho menos uno que es un ciudadano normal común y corriente.