Oda a Michelle Rodriguez

Todos mis lectores están acostumbrados a que suba encames: críticas soeces contra algo o alguien. Todo lo contrario a un encame vendría a ser la oda: una exhaltación a todo lo bello y positivo que puede ser algo o alguien. Y es precisamente eso lo que vengo a exponer en este editorial.


El otro día comprendí que la mujer ideal para el Encamador es Michelle Rodriguez. Hagan a un lado todas las mujeres mayores de 18 años, o para un mejor entendimiento, todas las chicas que hayan nacido antes de 1992. Ninguna tiene la presencia de Michelle Rodríguez. Es una mujer hermosa; qué digo hermosa; hermosísima. La veo en sus películas y solo me torturo tratando de entender cómo es que llegué a mi edad sin ella. Cuando ella camina entre la gente, ejerce una fuerza electromagnética tan repelente que las mujeres son obligadas a orillarse a la pared. Ella es como disparar con una ametralladora infinita con el campo despejado en Contra III, como la satifacción de levantar 10 kilos más de peso que el mes pasado en tu gimnasio, es tan atractiva que cuando ella enciende una computadora, al arrancar Windows, la PC le saluda con un "Hola, Michelle". Tan sexy, que Stephen Hawking nunca pudo entenderla.

Creo que ante ninguna mujer me porto como Patricio Estrella como con Michelle Rodríguez. No paro de repetir su nombre: Michelle Rodríguez.

Para las personas que poco conozcan de ella, Michelle Rodriguez es una talentosa actriz de películas y series norteamericanas, de raíces dominicanas y puertoriqueñas. Los más cinéfilos la recordarán en memorables actuaciones en Rápido y Furioso junto al pelón de Vin Diesel, como también en Resident Evil y Girlfight. Ahora poco estuvo en Avatar, película que aún no la he visto, pero que si ella me lo pide, iré a verla con mucho gusto.

Ahora bien ¿qué me gusta de Michelle Rodríguez? Su sonrisa tan perfecta, tan hermosa. También tengo entendido que es de un buen sentido del humor. Pero sinceramente, lo que me engancha a ella es una cosa, y solo una cosa: su mirada.

Nadie, y te lo repito, nadie tiene una mirada tan mortal que Michelle Rodriguez. Nisiquiera yo logro hacer una mirada intimidante como la que ella hace. Es deenda.

Cuando ve televisión y se aburre de un programa, el televisor debe cambiar de canal inmediatamente. Si el tonto televisor no lo ha entendido, Michelle sólo debe mirar seriamente y con mala cara para que el aparato ponga cable internacional, así no lo tenga. Cuando ella conduce su auto, pobre de aquel vigilante de tránsito que se le ocurra pararla, lo denunciará con sus superiores sólo con mirarlo con mala cara, es más: si frunce aún más el ceño, el pobre hombre entenderá que debe llamar a refuerzos para que le hagan una escolta policial hasta su destino. Ella tiene la mirada imperial que todo mandatario debe tener.



Considérate hombre muerto.

Muchas mujeres de hoy en día envidian y desean ser como otras famosas como Jenniffer López o Megan Fox. Claro, son moldes que se pueden alcanzar, es decir, cualquiera con un poco de esfuerzo y dedicación pueden llegar a ser iguales a ellas. Pero como Michelle nadie. El otro día una chica me decía que quisiera ser como Hillary Duff. Yo solo pude cagarme de la risa y escupir arroz porque estaba comiendo. Le demostré que Michelle Rodríguez estaba muy por encima de Hillary Duff, entre otras razones, porque esa mujer con apellido de cerveza de los Simpsons cuando está sin maquillaje es feísima, en cambio Michelle no necesita tanto de esos recursos; ella es una de las pocas mujeres en el mundo que puede salir a la calle sin mucho arreglo y aún así se ve despampanante. Yo lo he comprobado.

Para seguir con el vapuleo mental a todos los que tienen a una estrella de cine o música que creen que es hermosa, que mejor que demostrar la superioridad de ésta última sobre el resto. Voy a hacer a un lado mi favoritismo y me pondré la gris camiseta de la imparcialidad, para poner un espacio comparativo (fastidioso e incómodo, yo sé, pero no veo otra manera de convencerlos desde aquí) y carajear a todas las que no concuerdan conmigo:

MAL:



MICHELLE RODRIGUEZ:



MAL:



MICHELLE RODRÍGUEZ:



MAL:



MICHELLE RODRIGUEZ:



ESO NO ES SER ENCANTADORA:



ESTO ES SER ENCANTADORA:





Ya que he llegado al objetivo de convencerlos de la realidad existente, lo he hecho también que yo mismo me rectifico en mis creencias. El otro día, mientras hacía mercado en la plaza de la Caraguay, me puse a pensar cómo hacerle saber mis sentimientos a Michelle Rodríguez. Yo siempre recomiendo a todas las personas, sobretodo a los chicos, que quieren animarse a hacer propuestas para novio o novia, que una de las cosas más importantes que deben hacer es olvidarse por completo del qué diran. No lo vean como una locura sino más bien como una situación que pueden mantener bajo control. Nada te va a pasar tanto si te acepta como si no lo hace. Agarren un poquito de valentía y sinvergüenzura y atrévanse. Eso sí, nunca lo hagan irracionalmente, porque ahí sí la van a cagar.


Así que decidí de que mi novia debe ser Michelle Rodríguez. No habría un suceso más espectacular en éste país que el hijo más querido de Ecuador desde Jefferson Pérez fuera pareja de tan noble mujer. Mis cosas serían sus cosas. La comunicación nunca faltaría, y sería permisivo e impulsador para el desarrollo de su carrera. Estoy seguro que muchos de mis colegas y panas se quedarían con la geta por las rodillas cuando me vean bajar del avión junto a ella tomados de la mano, y ambos viendo a todo el mundo con muy mala cara, para luego cambiar de ánimo y reírnos de la vida y de los otros bloggers. Como conozco a mi gente, una de las primeras cosas que haría sería prohibir el acceso a gente de la prensa rosa ecuatoriana, y dar permiso a todos mis guardias que están en el perímetro externo de mi casa que disparen a matar en cuanto vean a alguna sapa de los programas de farándula. Me compraría una retroexcavadora para sacarla a pasear para que conozca la ciudad.

Es por eso que le escribí a Michelle Rodríguez un e-mail, ya que por Twitter me parecía muy poco adecuado.

Revisando su página oficial, encontré un correo. Lo tomé y redacté a la luz del monitor y el sonido de la lluvia fría en la noche una carta para proponerle que sea mi novia. Esto no lo he hecho ni por la Vivi Parra ni por ninguna otra mujer.

Vean la prueba de que escribí el correo, y la imagen del enviado, pa´que vean que yo soy de a deveras:





Estoy listo para el gran " si ". Cuando vea mi página, no lo dudará ni un momento.