Como no me interesaba, y me molesta mucho que me jodan cuando estoy comiendo, le dije que no tenía dinero y que no quería comprar ningún boleto de lotería.
La niña insistió, haciendo honor a la mala fama que tienen los niños de ser hiperpelantes, y tuve que negarme más fuerte.
Entonces, con una mueca en la cara, la niña me dijo: "Eres miserable".
Miserables serán tus padres que te ponen a vender boletos de lotería a ti, que sales de la escuela, muchacha.