Voy a echar una maldición a quien profane mi tumba


Siempre he considerado los cementerios y negocios funerarios como vías bastardas de obtener plata del bolsillo pendejo. Tiene mucho que ver con las creencias religiosas en el más allá, aunque las acciones se realicen en el "más acá". 

No sé si ya les he contado, pero alguna vez fui ayudante de forense. He visto toda clase de tripas y huesos sobresalidos. A mí me consta eso de que del polvo (estelar) vienes y al polvo (estelar) volverás. 

Ya entra en vigencia una regulación que nos convierte automáticamente en donantes de órganos una vez que ya no estemos vivos. Pero no falta el miedoso marica que le da cosa que un doctor manosée sus asquerosos órganos llenos de sangre negra. A mi no me da ningún problema ser donante, por una simple y sencilla razón:

~Cuando estás muerto, no decides.~

Yo me puedo mear en tus huesos muertos, y no me vas a reclamar. Puedo ser Charles Manson y agarrar tu cráneo para convertirlo en un bonito plato sopero al estilo gótico y ni te va a doler ¿Sabes por qué? Porque ya no estás vivo para reclamarme.

Quiero dejar en claro en esta, mi página, que cuando yo me muera (si es que me muero, planeo conectar mi cerebro a un exterminador mecánico y joder a todo el Universo por toda la eternidad o hasta que se me acaben las baterías y se me pierda el cargador) no solo pueden de disponer de mis órganos, también de mis genitales. Uno nunca sabe si a algún hombre convaleciente le hace falta un pene de mis dimensiones para poder disfrutar de una sana vida sexual. Es más, les doy permiso de usar mis intestinos como cuerdas para brincar. 

Hay gente que teme que sus órganos donados vayan a parar a algún criminal necesitado de una intervención quirúrgica, como una reencarnación de Chucky pero al revés. Lo cierto es que a nadie le debe importar, no al menos a nadie muerto. A mí no me interesa lo que le suceda a mi cuerpo cuando muera, no me ofenderé si me entierran en el jardín de mi casa, me parece más barato y menos molesto.

Una necrópolis donde bien podrían albergar familias sin hogar, pero las ocupan gente muerta que no necesita hogar.


Solo mira lo que la religión y el capitalismo inhumano ha generado en la cultura: Desde cremaciones con ceremonias egipcias, hasta tumbas de oro y coro de negros para tu sepelio. Me espanta la cantidad de plata que se gasta en cosas tan vanas como deshacerse de un cuerpo. Cuando la vida acaba, game over, se acabó, oscuridad total que no sientes ni estás consciente de lo que es, no hay sensación, ya nada existe ni percibes, no duele, sueño eterno. Avada Kedavra.

Pero para los miedosos creyentes que alguna vez me odiaron y son capaces de profanar mi tumba de adamantium en una isla de plantas carnívoras gigantes en medio del Pacífico, voy a reunirme con un shaman satánico para echar una maldición montubia a todo aquel que ose morbosear mi cuerpo muerto. Le pasarán cosas terribles como chirez eterna, diarrea ácida, espinillas de gusanos gordos y gruesos, rechazo del sexo opuesto y similar por igual, dolor al respirar y emanación de olor a mortecina. Si logra responder correctamente los tres acertijos que formularé en mi fantasmal aparición, podrá usar cualquiera de mis órganos.

Es decir, puta, el que tenga insuficiencia renal y quiera mis preciados riñones, al menos debería pelear por ellos.