Un Cuento Encamador de Navidad 9


Hacía mucho calor en el Polo Norte, tomando en cuenta que es el lugar más frío de la Tierra. Eso hacía que los duendes se sofocaran como nunca en el trabajo de fabricar juguetes. Los que la pasaban bien eran los community managers y los duendes oficinistas, porque estaban en oficinas con aire acondicinado.  Ellos estaban pegados a un monitor, sigiendo las tendencias tecnológicas para poder cumplir con la demanda moderna del siglo.

Tippy el duende estaba en la sección de regalos para adultos. Él hubiera querido seguir la línea clásica de jueguetes para niños, tenía muchas ideas creativas, pero ese departamento ya estaba copado. Los rumores decían que Papá Noel ocultaba una severa crisis financiera producto de su infinita bondad y desprecio por el materialismo. Así que lo ubicaron en la línea de producción que complace los más pervertidos pedidos de la gente de la Tierra. Su desgano por el trabajo lo manifestaba dejando su barba crecida.

La situación se volvió preocupante, ya que ahora no solo llegaban duendes de baja estatura a conseguir trabajo, si no que de todos los países del norte llegaban humanos altos también a competir por las plazas de trabajo. Papá Noel les encontraba algún oficio, y al cabo de 15 días empezaban los problemas, porque a diferencia de los duendes, a los humanos no les gusta que su paga sea leche y galletas. 

Tippy tenía colocada su máscara de soldadura, y la luz del instrumento de soldar daba un espectáculo rocambolesco a la fábrica donde estaba, cuando Folbo el elfo de diseño gráfico le palmeó la espalda: -Habla Tippy ¿Nos vamos hoy al chongo?

Tippy ni siquiera tuvo la decencia de subir su protector de la cara, sabía que solo Folbo le haría una propuesta así a esa hora.

-¿Por qué no te haces más allá como a la verga y me dejas trabajar, elfo hijueputa?

Folbo se rió y acomodó una silla mirando hacia la dirección contraria de donde trabajaba Tippy para no lastimarse sus ojos con ojeras. 

-Maricón -dijo en voz más relajada Folbo- unas negras se han montado un chongo nuevo a la vuelta del Vesubio de Nieve, primera vez que veo que aplican un Black Friday en afrodescendientes ¿Si la coges? jajajaja... Black... Friday. 

Ahí Tippy paró lo que estaba haciendo. Folbo no dejó de reír.

-Esas pobres mujeres recorrieron medio mundo hasta acá y no encontraron trabajo, ¿Te burlas de su condición económica? Eres bien como la verga.- Tippy lo había dicho muy seriamente.

-Yo creo que los humanos cagaron el planeta y ahora están pagando. Yo con mucho gusto pagaré lo que están pasando. Eso sí, nada de enamoramiento jajajaja...

Tippy le prendió fuego al pelo de Folbo, que se extinguió en un momento, pero desvaneció una tremenda sección de la cabeza. Folbo se paró bruscamente, pero ver su pelo chamuscado solo le provocó más risa. Empezó a alejarse.

-¡Nos vemos, allá tú si quieres venir!

Pero Folbo no pudo irse más lejos, una multitud de enanos trabajadores empezaron a salir en su dirección, y un sonido de helicóptero se acercaba a la fábrica de juguetes del Polo Norte. ¿Qué estaba pasando? Tippy quería terminar de soldar la tablet que estaba haciendo, pero el suceso le pudo más. Se hizo espacio entre todos los duendes y vio llegar una fila de tanques y autos trineo, y el helicóptero parecía seguirlos. 

-Papá Noel los va a recibir en persona- escuchó de un duende lejos de él - Se han rendido y vienen a entregarse.

Del segundo tanque bajaron varias personas, parecía que protegían a alguien. Y así también de en medio de ellos bajó un hombre vestido en pieles blancas, con un gran signo de cruz. En el siguiente auto bajó el mismo despliegue de seguridad, pero bajó una mujer de pieles lujosas, y así llegaron otras diez personas de aspecto importante. Tippy recordó verlos a alguno de ellos en Internet, eran líderes mundiales.

Sonó una alarma y luego una voz los alertó por los parlantes: "A todos los duendes, reunirse en el Hangar 1 y 2. A todos los duendes, reunirse en el Hangar 1 y 2. Inmediatamente."

La responsabilidad de trabajo de Tippy era muy grande, tanto que casi olvidaba buscar a Loraine, la elfa que le gustaba, entre el tumulto de duendes. Un duende niño que siempre le asistía en el trabajo se le pegó a su pierna, con ojos de miedo - ¿Que va a pasar, maestro Tippy?-

-Nada malo, solo es víspera de Navidad.- intentó mentir Tippy.

El hangar no solo era inmenso porque los duendes eran enanos, era realmente inmenso y espacioso, y habían docenas de ellos, y solo estaban entre el 1 y el 2. Tippy por suerte se había juntado con Loraine en la fila, perdida entre la inmensidad de duendes que se habían juntado. Una gran pantalla del tamaño de la gigantesca pared de la bodega se encendió, mostrando el rostro de la gerente Shara, una elfa grande y regordeta, con trenzas doradas y uniforme militar. Era similar a Cammy de Street Fighter, pero gorda y sin exhibir descaradamente sus nalgas.

-Atención- demandó la gerente Shara. Su rostro era gigantesco en la pantalla, pero se veía diminuta al pie de ésta- Papá Noel requiere a los altos mandos de las áreas de toda la fábrica. Han llegado hasta el Polo Norte los líderes mundiales de las naciones. Al parecer la humanidad quiere refugiarse aquí en el Polo Norte. 

Los duendes empezaron a hacer escándalo ante la sorpresa.

-¡Silencio! No hay mucho tiempo. A los señores jefes de area, escojan a sus mejores hombres y mujeres. Envíenlos a la oficina de administración. Tienen 10 minutos.

Los duendes se aglomeraron según sus secciones de trabajo. Loraine no dejaba de hablar.

-Tippy, eso es terrible. El Polo Norte desde siempre ha pertenecido a los duendes, el frío de este lugar es lo que ha mantenido el clima en todo el planeta, ahora nosotros somos los afectados por la contaminación de los hombres. Por cada kilómetro cuadrado es recomendable que solo habiten 100.000 personas, si consideramos que la humanidad entera son 8 mil millones...

-Ya haz silencio, mujer- Tippy recordó cuál es el único defecto de Loraine.

-Pero ¿Y la comida? ¿Y la tasa de empleo? Hasta el sentido de la navidad se perdería. Papá Noel no recorrería el mundo, solo el Polo Norte.

La ignorancia a lo que decía solo permitía que Loraine diera más comentarios infográficos sobre lo que sucedía. Su jefe de área, el duende Maramir, un delgado duende nerd que parecía que sus lentes gruesos lo jorobaban, hablaba hasta que divisó a Tippy.

-¡Tippy! tú y Loraine documentarán la asamblea.

Por un momento no entendió nada de lo que esa corta orden significaba. Loraine lo tomó de la mano, una sensación que lo devolvió a la tierra y se fueron inmediatamente a la oficina de administración, con el Lord Duende Tarrael despachaba instrucciones y herramientas. Al ver a Lorraine y escanear sus tarjetas, le entregó una laptop con un código. Para Tippy solo fue una instrucción:

-Tú le asistirás.

¿Eso era todo? ¿Acompañar a Loraine a que teclée una computadora? Hasta sonaba irrespetuoso para un gran fabricante de artefactos de adultos como Tippy.

Cuando las puertas se abrieron, Papá Noel estaba ausente. Las demás sillas estaban ocupadas por los grandes líderes, sus mascotas, soldados, guardias de seguridad y varios duendes sirviendo la comida. En ese momento, el corpulento barbón blanco entró y todos los presentes se pusieron de pie en la mesa rectangular.

-Papá Noel luce consternado. Lleva años ocultando la crisis económica. La burbuja inmobiliaria puede reventar hoy mismo si...

-¿Te puedes callar, chucha? -interrumpió Tippy en voz baja.

Con un noble gesto de su mano enguantada de blanco, Papá Noel hizo que todos volvieran a sus asientos. A continuación el duende Sigifreddo se acercó a su lado para presentar a los asistentes.

-Papá Noel- anunció Sigifredo, la mano derecha de Papá Noel. - aquí tenemos a Su Majestad la Reina Arantxa de España, la presidenta de la Gran Terrasur Cocó Taravés, el señor presidente de los Estados Unidos Rock Johnson, el primer ministro de Australia Salomón Dantescu, el primer ministro de China Xhin Puang Tsung...

...el traductor de gafas negras junto al primer ministro de China carraspeó su garganta, amenazante. Sigifredo quedó pensativo un momento y corrigió.

-...el Dragón Supremo.

El ministro chino sonrió al presidente estadounidense. Sigifredo continuó.

-Aquí tenemos a Bambalú Mbombá, madre de África. Lord Stephen Jax, señor del Océano Pacífico. Las hermanas Trisha y Sarisha de Ultra India. Su santidad el Papa Ramsés II, su Santidad la khalifa Al Laian, Sir Leonardo DiMessi actual ganador del Oscar, y Lady Nicky.

Lorraine tecleaba salvajemente -¿Cuál es Trisha y cuál es Sarisha?

-Trisha es la de azul, Sarisha es la de fucsia- susurró Tippy.

Papá Noel entrelazó los dedos. -Gracias Sigifreddo. Los conocí a todos cuando solo eran niños. Bien ¿Quién es el primero en hablar? La audiencia es toda vuestra.

El Dragón supremo se dirigió a Papá Noel en su dialecto chino. Al momento, el negro de gafas oscuras tradujo: "El Polo Norte es el último bastión de clima apto para la vida que le resta al planeta. Desde aquí construiremos los cohetes que nos lleven a Marte. Pero primero debe acoger a las naciones en su territorio."

Papá Noel hizo sonar su silla al mover su cuerpo. Stephen Jax iba a abrir la boca para responder, pero el presidente de Estados Unidos se adelantó: -Los cohetes no serán para China, deben ser para el mundo.

-Claro, ustedes desataron el problema y ahora están preocupados por arreglarlo- contestó la khalifa Al Laian.

-Todo el mundo lo sabe- dijo Sarisha
-Lo sabe todo el mundo- dijo Trisha

-¿Podemos quedarnos en el Polo Norte?- preguntó Lady Nicky. El Dragón Supremo estaba hablando más en chino.

Papá Noel le respondió a la cantante Nicky pero mirando a la mesa: -Eso debemos analizarlo.-

-Eso ya lo hemos analizado nosotros- se involucró Cocó Tavarés, angustiada- Es un sí o un no.

-¿Y cabe decir no?- cuestionó el presidente Johnson, alzando una ceja a la lider sudamericana.

El guardaespalda del líder chino esperó ese momento de silencio para interceptar la conversación con la traducción de su protegido: -China no solo proveerá de mano obrera, también traemos las riquezas de nuestra tierra, alimentos, tecnología, adaptaremos el Polo Norte para que sea una tierra fértil para el mundo.

-Si es que el Encamador no te lo roba en el camino hasta acá- le cortó Stephen Jax.

-Y supongo que por tus aguas es más seguro ¿No señor Jax?- arremetió DiMessi. La superestrella de cine se veía angustiado.

-El mundo ya no es seguro- dijo Trisha
-Ya no hay lugar seguro en el mundo- dijo Sarisha.

-Solo el Polo Norte, pero es de Papá Noel y sus duendes- añadió la Madre de África, Bambalú, y dirigió su mirada de ébano entre sus largas y sedosas hebras finas a Papa Noel, quien se había puesto un poco rojo.

El Papa Ramsés II se levantó solemnemente de su silla: -Hermanos míos, el peso del planeta está sobre esta mesa. Siempre hemos sido migrantes en nuestro propio mundo, pero lo seguiremos siendo si no afrontamos el verdadero problema-.

-El Encamador- dijeron al unísono Trisha y Sarisha.

El presidente Johnson habló para querer retomar el control del díalogo: -Su Santidad, nadie ha dicho que no enfrentaremos al Encamador, pero para hacer eso debemos asentar a la humanidad que queremos salvar en un lugar estable.

-Suena a que el Encamador les ha arrebatado a sus pueblos- respondió arrogante el Dragón Supremo, en un correcto español.

-Habla como si el imperio Chino estuviera libre de esto, cuando la realidad es que está escondiéndose tras sus muros de él.

-Por favor, hermanos míos...- intentó calmar el Papa Ramsés.

-Y él salió de tus tierras- acusó Johnson a Cocó- y fue tu amante- ahora apuntaba a Bambalú.

-Eso fue antes de que seamos la Gran TerraSur. El nos dividió y por él nos volvimos a unir.- se defendió Cocó. Bambalú solo se acomodó el gran escote que tenía y desvió la mirada.

La Khalifa Al Lain soltó el comentario: -Esto no nos lleva a nada. Cuando más nos quisimos unir por fin...- y señaló al Papa Ramsés II- más logró destruirnos- señaló a la Reina Arantxa. Ya no hay Japón, ya no hay Italia. El nivel del mar ascendió metros y metros, y la gran guerra le dió más fuerza a él y nos debilitó a nosotros. Aquí solo debemos discutir sobre refugio.

-No nos estaríamos refugiando en el congelador del mundo si él no siguiera existiendo.- añadió la cantante Nicky.

Tippy no pudo evitar reclamar:- Más respeto con el Polo Norte, si es que quieren quedarse a vivir entre nosotros, humanos.

Papá Noel se sobresaltó:- Un momento. No perdamos la cordura.

-Tu jefe es un humano, como lo puedes ver- señaló la Khalifa. Eso intranquilizó a los duendes en la sala.

-¡SILENCIO!- calló a todos Papá Noel.

Hasta el Primer Ministro de Australia Salomon Dantescu que había sido olvidado por su silencio se irguió en tensión. Papá Noel apretó los puños para dirigir sus palabras.

-Es evidente que el principal problema no es el refugio si no qué los motiva a abandonar sus tierras. Ustedes ensuciaron los mares, no fueron responsables con su basura, dejaron que miles de especies se extinguieran, que no haya policía moral en las sociedades. Y ahora nadie quiere hacerse responsable del Encamador, un ser que sus propios actos engendraron.

El Ministro chino parecía enfadado, el resto estaba tal cual una clase reprendida por su maestro.

-¿Quien se ensuciará las manos para que el resto las tenga limpias?- preguntó Trisha.
-¿Quién actuará con sabiduría para que el resto duerma con la conciencia limpia?- preguntó Sarisha.

-Carajo, ya dejen de hablar así- comentó DiMessi.

Pero el silencio se apoderó de la sala. El Papa se volvió a sentar, derrotado. Loraine ya no tenía que más teclear y ni se atrevía a comentar, aunque tenía la palabra en la boca, porque se escucharía hasta el más mínimo respiro. No pasó mucho tiempo hasta que finalmente Papá Noel cortó el silencio.

-Pues bien, es Navidad. Seré yo quien encuentre al Encamador.

Torpemente Lady Nicky replicó: ¿P-pero los habitantes de todos lados podremos venir al Polo Norte?

Afuera millares y millones de personas presionaban los muros de las propiedades de Papá Noel. Un ruido hecho por la gente que se escuchaba hasta en el comedor. Gente que quería entrar, tenía frío y hambre. Habían disparos y caos. Algunas orcas aprovechaban para cazar personas. La desolación reinaba por todos lados. La mañana después el Ministro de Australia se había suicidado de una sobredosis de droga.

Papá Noel en persona seleccionó a un puñado de duendes, entre ellos Tippy. "Porque tuviste el coraje y valentía de responder a una autoridad del mundo" le había dicho Papá Noel. Llenaron el trineo con los juguetes de esa Navidad, pero también con otras herramientas que no eran para jugar.

Los presidentes y líderes del mundo estaban en el hangar como si de otro acto diplomático se tratase, para despedir a Papá Noel que estaba de un radiante rojo, guantes escarlatas y botas con detalles de plata. Los renos emprendieron el mágico trote y se elevó como los aviones hacia donde aparecía el sol en el horizonte.

En todo el viaje, Tippy vio que Papá Noel no era el mismo de anteriores años. Se atrevió a consultarle mientras el viendo les revoloteaba los gorros con cascabeles.

-Papá Noel... ¿Tiene miedo?
-Jo jo jo- rió el viejo barbudo -los miedos se van en Navidad, y todo es dicha y felicidad. Es el momento mágico del año, mi querido Tippy.
-Puedo con las armas, pero es la primera vez que salimos a una Navidad así.
Papá Noel quiso desviar la respuesta, pero no había a dónde ir.
-Tiempos diferentes requieren actos diferentes, Tippy ¡Arre Rodolfo, arre!
-Usted fue alguna vez el castigador de niños malos...
-Fue mi antecesor. No yo jo jo jo... Yo busco a los niños que se han portado bien.

Tippy comprendió que era verdad, no era el mismo y no estaba bien. Pero que tenía razón en un punto: La situación así lo ameritaba. Papá Noel había abierto las puertas del Polo Norte para acoger a millones de refugiados de todo el mundo, de todas las etnias que no se habían quedado en sus tierras adherirse al nuevo orden mundial. Eran rios de gente que se podían ver a la altura en que estaban.

 Habían repartido regalos a lo largo del camino como era normal, para no levantar sospechas. Habían encontrado ciudades en ruinas, otras reconstruyéndose, y otros pueblos más pequeños que habían quedado intactos. Las casas más fáciles eran las que todos estaban dormidos, y podían colocar los regalos sin mayor problema. Los más complicados eran los que estaban en media carretera atravesando los países en medio de la noche, en casas rodantes, trailers o camiones. Papá Noel había decidido que no les podía dejar regalos sin exponerse.

Luego de un viaje de ocho horas en distintas paradas de Asia y Europa, llegaron a Johanesburgo. La noche era igual de fria como en cualquier punto del norte. Entonces el trineo se desplazó hasta un gran estadio con todas sus luces encendidas. En la cancha habían muchas carpas levantadas.

Los duendes sacaron sus armas del bolso mágico de Papá Noel. Tippy se colgó una ballesta electrónica y tomó dos pistolas. Se repartieron alrededor del estadio, bajaron con cuerdas hasta los pisos más altos, donde hicieron maniobras de abordaje, sin encontrar a nadie en los pasillos. Papá Noel aterrizó su trineo en el lado sur de la cancha, tomó un obsequio y emprendió camino a la tienda principal que estaba en el centro.

Los duendes no reportaron a ningún ser vivo en todos los pisos hasta que bajaron a la cancha. Entonces se colocaron en posiciones estratégicas en las entradas a la cancha. Papá Noel siguió caminando, el viento soplaba. Abrió de par en par la entrada a la carpa principal y ahí estaba el Encamador con varios sirvientes que le observaban cómo comía un inmenso banquete.

-Jo jo jo... feliz Navidad, Encamador.

El payaso tenía el maquillaje en su cara pulcra, sus rizos bailaban al son del masticar de su comida, verdes oscuros. Papá Noel había entrado del lado en que le daba las espaldas, por lo que los sirvientes se mostraron inquietos e indecisos si era necesario avisarle quién había entrado.

-Papá Noel. ¿Quién más podría localizarme?... feliz Navidad.

-Has sido muy bueno...

El Encamador tiró su silla y se dio media vuelta, aún masticando el pavo que comía. Su traje púrpura iluminado por las luces del estadio que entraban por la puerta de la carpa asustó a Papá Noel, quien detuvo su paso. Iba a sacar algo de la caja de regalo.

-Vine a darte tu obsequio de Navidad...
-¿De verdad quieres que te crea esa patraña, Viejo? ¿Eh...? ¿Qué tal si traigo a mis muchachas a que se unan a la celebración de este encuentro?

Y con un gesto de su mano enguantada en púrpura, del césped se levantaron muchachas armadas que se habían camuflado bajo el suelo. Todas apuntaron a Papá Noel que había alzado las manos.

-Viejo Noel, resolveremos este pequeño inconveniente de Navidad sin que se dispare ni una sola bala, ni de mis chicas, ni de tus malditos duendecillos. Ah sí, les estamos apuntando directamente a la cabeza a todos, incluso al idiota que está aterrado aún en el baño y no quiere salir. Así que sé buen padre con ellos y diles que dejen sus armas aquí ante mi.

Papá Noel acercó su dedo a la oreja - Aborten todo, vengan aquí sin hostilidades. Es seguro.

Los duendes entraron apuntando y la tensión subió -¿Está bien Papá Noel?- Tippy preguntó con la respiración agitada y el sudor chorreando por su nariz.

-Sí, sí, dejen esas armas, bájenlas.- respondió nervioso Papá Noel.

El Encamador también hizo que las chicas bajaran las armas cuando los duendes las bajaron. Entonces habló:

-Viejo, eres el único con la magia suficiente para detectar mi presencia, es obvio que hoy vendrías. Es obvio que te estaba esperando. ¿Ahora te dio por regresar al estilo castigador de antaño?
-El planeta está en crisis por tu culpa
-¿Yo?- el Encamador hizo ademán de no entender lo que estaba hablando y mirar a su alrededor - Yo no hice esto. Fueron sus cantantes, sus elegidos democráticamente, sus codiciosos y pendejos marketeros. Cuando yo llegué, esto ya estaba desordenado y con el agua hasta el cuello.
-La gente huye de ti...
-Desde mi punto de vista, la gente correcta viene a mi. Por ende, no hay lugar para el resto.
-Les arrebataste sus tierras, te proclamaste dueño del mundo, eres el mayor terrorista de la historia.
-¡Un momento! No me hables como ellos... Yo tengo energía limpia, energía que tus amigos chinos y yankees no quisieron desarrollar. Yo erradiqué la delincuencia que tus amigos religiosos protegieron, yo sí le dí oportunidades a las mujeres por igual que a los hombres. Los que han huido es porque están siendo engañados. Si quieren seguir creyendo en el dinero, no me responsabilizo del destino fatal que les espera allá donde están, que por cierto...
Papá Noel tragó saliva. El Encamador pudo leer en sus ojos que venía la mejor parte.
-... acudieron a ti ¿Verdad?
-No...
-Anda Noel, no sabes mentir, eres demasiado buena gente para engañar. Una actitud que te empeñaste en desarrollar desde que te viste en el espejo cuando comprendiste que perseguir niños que se portaban mal estaba en tu esencia. ¿En verdad los líderes y presidentes no te van a causar problemas? ¿Vas a seguir fingiendo que todo está bien aunque el Polo Norte esté ardiendo en llamas a tu alrededor? ¿Quebrado, Noel? Tres cuartas partes de a humanidad en un área para solo 1 millón de duendes, los números no ayudan. Pero yo soy mejor que una cifra. A diferencia de los materialistas, yo si sigo el curso de la evolución y he logrado triunfar en la adaptación del más idóneo. Las señoritas aquí son las que mejor se han adaptado a la mierda que nos han dejado de herencia tus amigos políticos... suponiendo que son tus amigos.

-Encamador, por favor... es Navidad.

-Dime la verdad Noel. ¿En verdad crees que la mejor parte de la humanidad está en este momento en el Polo Norte?

Los duendes estaban con los ojos bien abiertos, esperando la respuesta del desconsolado Papá Noel.

-Pues no.

-No tienes que ensuciarte las manos. Tu amigo Encamador hará el trabajo. Visualiza esto - y empezó a caminar hacia Papá Noel - El próximo año estarás tú y estos adorables duendes en las nuevas playas de la Amazonía de Terrasur, con cocteles frios. No necesitarás volver a vestir el rojo. No más niños malos, porque sólo habrán quedado los buenos. No más música basura, no más países jugando al juego de tronos, no más doble moral en Internet. Solo tienes que decirme ¿Todos están en los hangares o en las cuevas de hielo? Dependiendo de eso me ahorrarías toneladas de material bélico.

-En mi subsuelo.

-Wow... entonces sí que será un gran "boom". Chicas, preparen las bombas coreanas, rusas, ah y mis obsequios africanos... lo que me recuerda ¿Bambalú también está con ellos?

- Sí- dijo Noel, derrotado.

-La muy hija de puta. Anda Noel, te he regalado la jubilación. Esta fecha será recordada como el día en que se exterminó el mal de la Tierra. Y fue en una Navidad.

Encamador vió a Papá Noel cabizbajo, se le acercó mientras las mujeres soldado se retiraban.

-Encamador ¿Entonces ellos son los malos?
-Fueron los que cagaron la tierra y nos jodieron a ti y a mi. Ten por seguro que aquí estamos los buenos.
Tippy tomó la caja de Papá Noel y se la entregó en sus manos al Encamador y le dijo: -Entonces ve y que hagan boom. Sobretodo a una enana que nunca se calla.

El Encamador abrió la caja y sacó la pistola con empuñadura de escarlata, solo sonrió a Tippy y a Papá Noel.

-Feliz Navidad, Papá Noel. Que me los hayas dejado a todos en un mismo lugar ha sido el mejor obsequio de Navidad que haya tenido.

El viejo se puso de mejor humor, se quitó la gorra y empezó a sacarse el abrigo.

-Jo jo jo ¡Feliz Navidad, Encamador!



Boom.